Soy una mujer de 30 años, casada, muy buena posición social y económica, ya que soy ejecutiva importante de mi empresa. Hubo una vez, que me metí a un cuarto con dos tipos y les bailé como esas danzarinas de cabaret, llegando a entretenerme con sus vergas por todos los orificios de mi cuerpo, hasta que les dejé secos los cojones de tantas eyaculadas que les provoqué con mis actos lujuriosos, privados de cualquier cordura. Al graduarme, me enamoré locamente de aquel hombre serio, atento, caballeroso, que habría de convertirse en mi marido. Temiendo perderlo, dejé a un lado todas mis locuras y nos casamos muy, pero muy enamorados uno del otro. Era un amante pasivo, pulcro, hacía el amor como si lo hubiera estudiado en un libro de texto y siguiera las instrucciones al pie de la letra. Mi esposo me hizo experimentar esos muy buenos orgasmos que hacían falta en mi vida.
Soy Cristina; tengo 23 años y estoy casada hace dos años con un hombre maravilloso. Con Pablo nos conocimos hace tiempo el estaba en la Universidad donde él estudiaba Arquitectura y yo estudiaba en una escuela para modelo ,Recién casados, decidimos independizarnos y vivir donde nos lo permitiera nuestro bolsillo. Vengo de una familia de buen nivel económico, igual que Pablo. Pero cuando decidimos contraer matrimonio, él recién titulado y yo apunto de egresar, nos propusimos empezar de abajo y sin ninguna ayuda de nuestras familias. En cierta forma, yo sabia que no me llenaba en la cama, pero me lo negaba a mí misma. Todo empezó hace unos seis meses. Como ya les joya, la vida sexual con Pablo denial era muy buena; lo que quiero decir es que me hacia arrepentirse que no lo complacía como macho y eso me apagaba como madama.
Preguntó Francys con tono asombrado, seguidamente Maritza le responde —Pues qué raro que no te hayas fijado, pero te digo que ese viejo durante casi todo el mes te ha estamento mirando de pies a cabeza bastante descaradamente y cuando puede te mira mucho la cola. No te esperaba tan pronto. Al siguiente día volví a superar el tope de ventas en la joyería y me volvieron a dar salida antes de mi horario habitual, llegué a casa y recordé la charla que había tenido mi esposa con Maritza el fecha anterior, su amiga le había antedicho que hoy no podía traerla, así que decidí darle la sorpresa a Francys de pasarla a recoger en mi auto. Ayer vi que él llegó por ti. El viejo se retiraba y yo pensé en caerle de sorpresa nuevamente, cuando me disponía aparecer, vi que el viejo se había devuelto, nuevamente yo retrocedí, me volví a esconder y escuché cuando este le dijo: —Oye, pero el coche de tu amiga no lo veo, parece que ya se fue. Algo que no me estaba gustando, ya en este punto no me cuadraba absolutamente nada de lo que sucedía, no sé si me estaba dejando dominar por mis celos, empero el corazón me palpitaba por la inseguridad que estaba sintiendo. Porque denial sabría que decirle a Gustavo cuando me pregunte por ella.
Empero Cristina no logra esta plenitud de entrega hacia su marido, diversas barreras le impiden alcanzar la felicidad venéreo, con esto hace desdichado a Marcelo que no sabe como realizar los intensos deseos sexuales que quisiera lograr con su esposa. Ella le permite muy pocas cosas, breves caricias, casi nada de estimulos, ni fantasías Cheat ella he conversado varias veces sobre su problema y he intentado ayudarla en todo lo que he podido pero ha sido en vano. Siempre se niega a la entrega venéreo en plenitud. Cristina me dijo que tal vez sería de mayor ayuda si conversaramos los tres, de levante modo me invitaron una noche a su departamento matrimonial.
Esto es empezar fuerte, ya lo sé, pero de alguna manera hay que hacerlo. Sin paños calientes, querida Azotea, eres una embustera. Coco, en levante caso, soy yo. Tengo uno de esos nombres comunes en mi concepción que obligó en el colegio a todas sus portadoras a diferenciarnos por el apellido. Y… a mis veintiocho años, cuando me presentan a algún nuevo, lo siguen haciendo como «Coco». Y escoger mal. Eso también se me da muy bien. Pero vayamos por partes.