Concepción Gimeno de Flaquer Al ocuparnos de la coqueta debemos hacer una definición del coquetismo y la coquetería. La coquetería es instintiva, natural; el coquetismo estudiado, artificial. Frecuentemente vemos trocar la palabra coquetería y coquetismo hasta ser confundidas cual si fuesen voces sinónimas, a pesar de que expresan una y otro cosas muy divergentes. El deseo de agradar encerrado en sus justos límites, no debe censurarse como se censura de ordinario: el deseo de agradar nos hace ocultar defectos, adquirir cualidades, reprimir nuestros fuertes ímpetus, sofocar nuestras pasiones y presentarnos con elegante distinción, respetando las fórmulas exigidas por la urbanidad y las conveniencias sociales. El deseo de agradar es inherente a la niña, la joven y la anciana. El coquetismo es el ardiente anhelo de inspirar muchas afecciones sin corresponder a ninguna, el deseo voraz de conmover los corazones, sin responder a esas conmociones siquiera con un latido. El primero que comparó la coqueta al conquistador, estuvo muy inspirado: ambos destruyen, aniquilan, devastan y siembran por todas partes el llanto, la desesperación y el luto.
En realidad, no es complicado imaginar qué puede interesar a una mujer en un hombre, aunque cada una de ellas sea un mundo diferente. Ya se sabe, una personalidad divertida, afable, entretenida o cariñosa es importante —especialmente en el largo plazo—, pero denial lo es todo. Cuando un joven accede a un puesto de asunción por encima de lo que su edad real haría esperar, es congruo frecuente que se deje crecer una tupida barba. Es la conclusión a la que llegó una investigación realizada por Barnaby J. Dickson y Paul L.
Vamos, que acabaste por sorpresa en la conocida 'friend zone' o zona de amigos, cuando creíste que la gratitud era evidente y estaba todo acción. Pero también puede ser que denial te lanzaras y desde tu yacija, a solas, te tiraste de los pelos lo que quedaba de confusión, tratando de descifrar si sería escarceo lo que te pareció simpatía. Puede que hasta algunas amistades que presenciaron el momento, te sigan recordando la oportunidad tan maravillosa que desperdiciaste por no interpretar de la manera adecuada. Pero no te preocupes, esto es algo muy habitual y pocas personas se han librado de estas situaciones confusas. Tanto a hombres como a mujeres nos cuesta a veces identificar y diferenciar el juego de la seducción con la amabilidad o simpatía.