Con el paso del tiempo,al terminar mis estudios secundarios, mis padres me mandaron a estudiar a la ciudad en la universidad, vivia solo,me costaba relacionarme con mis compañeros, me mataba a paja, por que no enganchaba nada a causa de mi timidez. Un dia mis padres me avisan que mi tio habia fallecido, de repente, mi tia habia quedado sola, ya que no tenian hijos. En las vacaciones fui a mi casa y llegue hasta la casa de mis tios a saludar a la viuda, la encontre en la cocina, con pantalon negro bien ajustado, una blusa del mismo color, que le marcaba bien sus pechos, al verme vino a saludarme, nos fundimos en un abrazo tierno y prolongado, ella sabia que yo les tenia a ambos un cariño sincero. Nos sentamos en un sofa que habia en la sala, me conto con lujo lo que sucedió, me dio pena todo lo relatado pero mas pena me dio que no podia sacar de mi cabeza cuando los vi a ambos cogiendo en esa siesta y no podia despegar mis ojos de medio de sus piernas mirando el bulto de su concha. Compartí un almuerzo con ella, me pidio el numero de celular porque debia ir a la ciudad a arreglar unos papeles de mi tio y no conocia muy bien y deseaba que yo la acompañara, acepte y le dije que de muy buena ganas la iba a ayudar en lo que necesitara. A los dos dias me volvi para seguir con mis estudios. Esa misma noche de mi regreso entro un mensaje de ella, eso se repitio todas la noches y aveces con llamadas tambien, hasta que una noche me anuncio que al otro dia llegaba a la capital y queria que fuera a esperarla a la terminal de omnibus.
Relatos Marqueze Me acerqué y apoyé mis manos sobre sus hombros desnudos. Bajé las manos a lo largo de sus brazos y la abracé por la cintura. Pero yo, fault responder, subí mis manos y atrapé sus redondas y perfectas tetas que durante tantos años me habían calentado con locura, sentí sus pezones duros entre las yemas de mis dedos. Mis manos bajaron hasta el borde de la falda y la comencé a subir acariciando sus muslos tibios. Cuando mis manos acariciaron las asentaderas se estremeció y supe que ya había asumido que estaba perdida. Preguntó sollozando. Cuando por la mañana bajé a desayunar me llevé la admiración de mi vida.